Monumento Nacional de Arenas Blancas en Estados Unidos
Aunque a simple vista parece un paisaje nevado realmente se trata de un desierto de arena blanca a causa de la erosión del yeso cristalizado abundante en todo el área. En este rincón de Estados Unidos se encuentra el mayor arenal de yeso del mundo que da forma a este paisaje tan fuera de lo normal exceptuando los fríos paisajes creados por la nieve invernal.
Estas dunas conforman el Monumento Nacional de Arenas Blancas que es un espacio protegido ubicado a 25 kilómetros de Almogordo, en el estado de Nuevo México, Estados Unidos. El terreno es un altiplano a 1300 metros de altitud, donde el viento sopla con ganas, esparciendo pequeñitos granos de yeso cristalizado por todas parte.
Un Desierto Blanco
En un pasado milenio este desierto, situado en la Cuenca de Tularosa, era un mar que al perder el agua por la elevación y la evaporación dejó al descubierto el yeso que fue siendo erosionado por los agentes atmosféricos hasta dar lugar es este blanco espectáculo.
En pocos lugares del mundo se dan las condiciones como este lugar de Nuevo México para la formación de grandes extensiones de arena blanca, y si se da, no en estas dimensiones. Además, como el yeso es soluble al agua pocas veces se puede encontrar como arena. La altitud, el aislamiento de la zona, sin salida al mar, y las escasas precipitaciones hacen que este mineral se cristalice como selenita. Lo demás queda en manos del viento que en este altiplano no falta.
Turismo en el Desierto
El Monumento Nacional de Arenas Blancas fue nombrado por el Presidente Herbert Hoover e inaugurado en el año 1934. Tiene un centro de visitantes en la puerta de acceso y partiendo de allí cuatro senderos diferenciados que permiten disfrutar de las dunas caminando. El paseo se puede hacer incluso descalzo pues el yeso no convierte en calor la luz solar de forma intensa. También se puede disfrutar en las dunas más grandes de deslizamientos con trineo.
En época de lluvia se forma un lago al suroeste del parque Arenas Blancas, que otorga al paisaje la visión de un oasis en un desierto blanco dando todavía una sensación mayor de incredulidad. La vida vegetal es escasa por el continuo baile de arenas, y sólo algunas especies de rápido crecimiento se han adaptado.
También en Egipto
Pero no es el único lugar donde encontramos un fenómeno parecido. A 45 kilómetros al norte de Farafra, en el oeste de Egipto, encontramos el conocido Desierto Blanco, con un color blanco crema por las enormes formaciones de roca caliza modeladas por las tormentas del desierto.
Es toda una experiencia caminar entre estos monumentos de tiza que al atardecer, cuando se reflejan los rayos de sol en las anaranjadas arenas, crean un especial contraste con estas columnas blancas y sus copos de arena blanca esparcida en los alrededores. En marzo y abril es la mejor época para realizar una expedición a este Desierto Blanco de Egipto.