Confesiones de los auxiliares de vuelo

Confesiones de los auxiliares de vuelo

Última actualización: 26 enero, 2015

Están acostumbrados a recibir pasajeros con las más diversas necesidades y los más extraños problemas. Los sobrecargos no se sorprenden si una mujer embarazada de pronto dice que tiene antojos en pleno vuelo, ni les parece raro que un pasajero entre en pánico por su fobia al número 48. Están habituados a lidiar con gente de buen y de mal humor. Y saben resistir el estrés que supone mantener contentos a todos los viajeros que siempre esperan más de ellos.

Estos son algunos de los secretos que a veces quisieran gritar, pero que solo aparecen en conversaciones privadas.

Esos olores que matan…

Los auxiliares de vuelo dicen que el mal olor es uno de los enemigos con los que deben vérselas con frecuencia. Les resulta muy difícil preguntarle a un pasajero si se bañó o no. Tampoco la tienen fácil para adivinar de dónde viene el aroma fétido que se percibe en un punto indeterminado del pasillo. Y menos pueden criticar a la sofisticada dama que se puso perfume de más y apesta a jazmines en flor. La mayoría están de acuerdo en que se trata de una gran prueba de tolerancia.

Los niños hiperdinámicos

Seguramente para sus padres, esos niños tan dinámicos y despiertos son absolutamente encantadores. Los pequeños no cesan de oprimir el botón para llamar al sobrecargo,  o lanzan alaridos que se pierden en el cielo, cuando no están tratando de brincar de silla a silla o arrancarle los bigotes al señor de al lado. Mientras los padres ríen, con lo que piensan que es un travesura, los auxiliares de vuelo reprimen su deseo de gritarle “¿Por qué no te callas?” Pero no tienen opción. A lo sumo deben recordarles a los padres que el exceso de simpatía del angelito puede ser molesto para otros pasajeros.

Los auxiliares de vuelo se encuentran con todo tipo de personas.
Los auxiliares de vuelo se encuentran con todo tipo de personas.

¿Por qué ahora?

Los sobrecargos no se explican por qué algunos pasajeros que sobresalen por su altura o su peso, esperan a estar en pleno vuelo para pedir cambio de asiento. Se acomodan en su silla encogiéndose y parecen guardar la esperanza de aguantar así hasta el final. Pero a mitad del viaje llaman desesperadamente a los auxiliares de vuelo para que le asignen otra silla. Muchas aerolíneas permiten elegir los asientos y no se entiende por qué tantos pasajeros no hacen uso de esa prerrogativa antes de viajar.

Lo mismo ocurre con las personas que empiezan a llamar a los sobrecargos con insistencia, dos minutos antes de despegar o de aterrizar. Sea lo que sea que necesiten, ¿no habrían podido pedirlo antes o después?

“Regreso enseguida”

Eso es lo que dicen los sobrecargos cuando reciben una solicitud fuera de lugar, absurda o grosera. Se trata de una especie de clave que busca mantener la cordialidad, sin ceder a los caprichos ridículos de algún pasajero.

Los auxiliares de vuelo están de acuerdo en que las buenas maneras y un poco de consideración mutua ayuda mucho para hacer agradable un viaje. No se trata de que no expreses tus necesidades o tus desacuerdos, sino que lo hagas de manera amable y en el momento más oportuno posible.

Imágenes cortesía de Austrian Airlines y Mattes.