El Puente de Brooklyn, algo más que uno de los símbolo de Nueva York
El Puente de Brooklyn posee dos cualidades notables: ser uno de los símbolos de Nueva York y uno de los puentes más hermosos de todo el mundo.
No es necesario decir que Nueva York es uno de los principales destinos turísticos del globo. También todos sabemos que, así como el Empire State, la Estatua de la Libertad y el Central Park, el Puente de Brooklyn es uno de los símbolos, y una de las joyas, de la ciudad.
Fue construido a fines del siglo XIX, y es la conexión entre los distritos de Brooklyn y Manhattan. Esa es una de las particularidades que tiene el puente, une Brooklyn con Manhattan, dos barrios emblemáticos de la ciudad pero muy diferentes. Por un lado está la isla de Manhatan, sus rascacielos y su frenético estilo de vida, y por otro, Brooklyn que es un barrio residencial, algo bohemio y más cosmopolita.
Historia del puente
El origen del puente se remonta a 1852, cuando el ingeniero y dueño de una compañía metalúrgica, John Augustus Roebling, no pudo hacer su recorrido habitual porque el ferry que tomaba cada día para ir desde Brooklyn hasta Manhattan no estaba en funcionamiento ya que el hielo cubría el East River e impedía la navegación. Entonces, Roebling concibió la solución con la construcción de un increíble puente que él mismo nombraría como “una grandiosa obra de arte”.
Este ingeniero falleció justo en el momento de comenzar las obras, en 1870 (sorprende que el puente sea una construcción del siglo XIX y no del XX), las cuales fueron supervisadas por su hijo, Washington, en trabajos que se extendieron por 13 años.
El puente en sí mismo es un espectáculo para observarlo desde diferentes de puntos de Nueva York, y también para observar desde el mismo puente la panorámica del East River y la ciudad de los rascacielos.
El puente en la actualidad
A lo largo del período 1883-1903, el Brooklyn Bridge fue el puente colgante más largo del mundo. Hoy sigue en perfecto funcionamiento. Cuenta con dos niveles: el inferior posee en total seis carriles por los que circulan a diario aproximadamente 150.000 vehículos. El nivel superior se usa como peatonal, para pasear, hacer footing o andar en bicicleta.
El puente en sí mismo es un espectáculo para observarlo desde diferentes de puntos de Nueva York, y también para observar desde el mismo puente la panorámica del East River y la ciudad de los rascacielos.
Con su estilo neogótico, el viejo Brooklyn Bridge se mantiene vigente y es una imagen totalmente asociada a Nueva York, uno de los lugares de visita obligatoria para quienes pasan unos días en la Gran Manzana.
Muchas veces se ha mencionado al Puente de Brooklyn como una de las posibles “octava maravilla del mundo”, o ha sido incluido dentro de lista como la de las siete maravillas de la ingeniería. El Puente de Brooklyn pertenece a un selecto club en el que se encuentran construcciones como el Golden Gate de San Francisco, el Puente Vasco da Gama de Lisboa o El Puente de la Torre de Londres.
Ni es necesario decir que el cine ha reparado en este punto emblemático de la ciudad una y otra vez, y aun lo sigue haciendo, 129 años después de su construcción.