Viajar a Shanghai, viajar al futuro
A punto de subir a un viejo tren, una lánguida Marlene Dietrich le pidió a su amante que la llamara Shanghai Lily. Hablaba de la antigua ciudad del pecado, de los sueños coloniales y de la perdición; y de alguna forma esa imagen de Shanghai aún se mantiene viva. Sin embargo, hoy en día, ya en pleno siglo XXI, esta ciudad se ha convertido en un auténtico sueño urbanístico, y su skyline uno de los más modernos de Oriente. Viajar a Shanghai es, sin duda, viajar al futuro.
El viejo Shanghai
En la costa este de China, atravesada por el río Huangpu, los terrenos pantanosos fueron convirtiéndose en la época colonial en un entramado de calles y hermosos edificios que llevaron a Shanghai a ser una de las ciudades más bellas y peligrosas de Oriente, no en vano se la llamó “la París de Oriente”.
Aún está el fantasma de Marlene Dietrich y de una Shanghai decadente en las numerosas villas del barrio de la Concesión Francesa, restos de los viejos tiempos coloniales. Actualmente, se han transformado en un dédalo de bares, restaurantes y clubs exclusivos.Y es que esta ciudad, cuna del comunismo, ha pasado sin transición a un capitalismo desbordante, y Shanghai rebosa lujo… al menos para algunos.
Otro tanto ha ocurrido con el barrio de Xintiandi, el barrio de las viejas casas en hilera que se ha convertido en un espacio comercial con pintorescas plazas al estilo del Convent Garden de Londres.
A pesar de tantos lugares de compras, siguen manteniéndose viejas tradiciones chinas, como la de practicar tai chi al amanecer en los parques de la ciudad. Además, son muchos los lugares donde puede sanarse el cuerpo con medicina tradicional china, la acupuntura basa en el equilibrio y la armonía toda su fuerza.
Y, para quien busque exotismo en Shanghai, un paseo por el Wet Markest, el mercado de comida fresca (¡y tan fresca!) de la ciudad: tortugas, anguilas, pescados y aves, conviven con formas extrañas a ojos occidentales.
El presente-futuro del nuevo Shanghai
Si se habla del Puente Nanpu pocos sabrán qué puente es, pero su foto es una de las más conocidas en lo referido a bucles de autopista. Fue el primer puente que comunicó los dos lados del río Huangpu. Los coches suben hacia él por una increíble espiral en forma de scalextric hasta llegar a la estructura colgante. De noche, todo se ilumina y conducir por él es como estar dentro de un moderno juego de ordenador.
Y en cuanto al skyline, Shanghai no tiene nada que envidiarle a otras ciudades como Hong Kong o Tokyo. Se demuestra en edificios como el Jinmao Tower. No es que sea la torre más alta, pero es un rascacielos en forma de pagoda que tiene uno de los mejores feng-shui de la ciudad, con sus 88 “afortunadas” plantas.
La Oriental Pearl Tower, el edificio de comunicaciones, llama la atención por su extraña forma futurista. Entre otros, el Shanghai World Financial Center, en forma de vela de barco, se ha convertido en el más alto de China, con una fantástica plataforma de observación. El Museo de Shanghai, terminado en 1996, está inspirado en las formas del “ding”, un antiguo recipiente de cocina chino.
Por último, una vuelta por el circuito internacional de Fórmula 1 de Shanghai, completará la sensación de viaje al futuro. Su diseño imita las formas del carácter chino “shang” que significa florecer. Nada más adecuado para esta ciudad.