¡Conoce el Capricho de Gaudí! Todo un palacio encantado del genial arquitecto en Cantabria
El Capricho de Gaudí es un palacio que fue construido por el genial arquitecto Antonio Gaudí, en la localidad de Comillas en Cantabria, España. Aunque el nombre verdadero de este edifico es Villa Quijano, en honor a su propietario, el rico empresario Máximo Díaz de Quijano, quien encargó a un joven Gaudí el diseño de un palacio original con aires orientales, para fijar su residencia de verano.
El palacio presenta propiamente el estilo único de Gaudí, con un edificio modernista enmarcado en un entorno natural privilegiado, entre mar y montañas, el propio paisaje de la villa fue diseñado también por el genial arquitecto, quién cuidó hasta el último detalle, adaptando su arte a los gustos y preferencias de su propietario, convirtiendo así el “Capricho” en todo un palacio encantado y de ensueño.
Historia del “Capricho de Gaudí”
Fue en el año 1883 cuando Máximo Díaz de Quijano encargó el proyecto del “Capricho” a Antonio Gaudí, situado junto al palacio de su cuñado el Marqués de Comillas, el palacio de Sobrellano. Por ello se considera la obra civil más antigua de Gaudí. La construcción comenzó bajo la dirección de su ayudante y amigo Cristóbal Cascante. Las obras concluyeron en el año 1885, aunque faltaron algunos detalles que no pudieron acabarse por la premura de su dueño a instalarse cuanto antes, curiosamente cosas de la vida, solo pudo disfrutarlas algunos días pues falleció al poco tiempo.
El Capricho de Gaudí ostenta la denominación de Bien de Interés Cultural desde 1969. Desde 1992 toda la villa es propiedad del grupo japonés Mido Development, quién se encarga de su aprovechamiento y gestión, además de ofrecer la posibilidad de reservar el Capricho para exposiciones, conferencias, además de otros eventos y celebraciones privadas. También puedes visitarlo por una tarifa de 5 € por adulto, teniendo en cuenta que está abierto prácticamente todo el año.
Características del Capricho de Gaudí
El Capricho cuenta con una superficie de 540 metros cuadrados. Su entrada principal es espectacular, ya que accedemos por tres escalinatas que se hallan en sus franjas, para encontrarnos con cuatro columnas que sostienen la imponente torre de estilo oriental y que se asemeja en su terminación a un alminar persa. La parte inferior de todo el edificio está compuesta por piedra y el resto de ladrillo visto decorado con cerámica de varios colores, aunque prima el verde en su juego con el entorno natural.
Uno de los elementos decorativos más abundantes en toda la construcción es el girasol. También los motivos musicales, ya que su dueño además de tocar el piano era un amante de la música, una buena muestra de ello lo encontramos en sus bellas vidrieras.
Otro elemento que llama la atención son sus balcones de hierro forjado, en los que el ingenio del artista los convierte también en bancos para sentarse.
El salón principal está formado por un buen número de ventanas de guillotina, y un curioso “fumadero” cubierto por bóvedas de decoración de estilo árabe.
También comprobaremos en nuestra visita que todo el edificio está diseñado para aprovechar sabiamente la luz natural del sol.
Imágenes cortesía de Tirithel, Jose Luis Lopez, Trevor Huxham, Juan José Hernández Rodríguez,