Bacalar y la Laguna de los Siete Colores
Folletos de viajes y sitios web a menudo hablan de un “secreto mejor guardado”, se trata de la Laguna de Bacalar, un vasto y hermoso canal en el sur de México.
Bacalar y la Laguna de los Siete Colores ha sido un destino de vacaciones por años, pero son pocos los turistas internacionales que se acercan a esta maravilla de la naturaleza. A este lugar acude sobre todo la gente de la capital del estado de Quintana Roo, Chetumal y un puñado de aficionados de más lejos. Este tipo de turistas llegan los fines de semana y días de fiesta con los niños y los abuelos a cuestas, se alojan en casas de vacaciones y hoteles en la playa baratos, por lo que en esta zona se respira un ambiente muy tranquilo y auténtico.
Laguna de los Siete Colores
La mayoría de los alojamientos son básicos, pero tienen su propia “playa” pequeña junto con kayaks, canoas o botes de pedales para alquilar. Sus aguas claras, poco profundas y sin olas, simulan ser una especie de bañera gigante. En la orilla oeste de la laguna, se encuentra la ciudad que posee el mismo nombre. Se trata de una población sin calles, casi sin tráfico y un ambiente muy tranquilo.
Uno de los puntos destacados de Bacalar es el Cenote Azul: un enorme estanque de piedra caliza, de olor dulce en el borde sur de la ciudad. Es un cenote profundo, donde uno puede flotar, nadar o practicar snorkel en el sumidero o explorar en una canoa o kayak. El Cenote Azul es uno de la media docena de pozos que se alimentan de los 55 kilómetros de longitud de la Laguna Bacalar.
En el medio de la laguna de agua dulce, se puede visitar el Cenote Negro en una excursión en barco a través de operadores locales. La mayoría de las visitas duran de uno a 1,5 horas y cuesta entre 100 y 150 pesos mexicanos por persona. Hay unos pocos lugares en la ciudad para alquilar bicicletas, pero la atracción principal aquí es la plácida laguna, cuya agua azul cristalina atrae a todos los turistas.
Aparte de la laguna no hay muchas más atracciones turísticas. En el centro de la ciudad se encuentra la plaza principal, donde los lugareños se reúnen en el fresco de la noche y en agosto para celebrar el día de San Joaquín (la patrona de los padres, abuelos y ebanistas), con regatas, procesiones y festividades religiosas. La iglesia colonial del siglo XVII, y la casa de cultura del siglo XIX, que ofrece clases y exposiciones, han sido restauradas.
La comunidad fue nombrada Pueblo Mágico en 2006 y hasta ahora el municipio posee alojamientos sencillos en la preciosa Laguna de los Siete Colores, por lo que se trata de uno de los últimos lugares sofisticados de la costa de Quintana Roo que tiene un menor número de visitantes internacionales y, por lo tanto, precios más bajos que otras partes de la península.