La catedral de Notre Dame de París: magnificencia gótica
La catedral de Notre Dame de París no es sólo uno de los lugares de la capital francesa más icónicos, sino también una de las obras arquitectónicas más elaboradas del arte gótico y una de las iglesias más famosas del mundo. Es un sitio que, en sus 850 años de historia, ha visto el desarrollo de hechos que han marcado la historia de Europa y que han hecho eco en otras regiones del mundo. Es un monumento que se debe saber apreciar, tanto en su concepto general como en los numerosos detalles que conforman su encanto.
Esta catedral se ubica en el centro de la ciudad de París, en la isla de la Citè, bordeada por el río Sena. El lugar pertenece al IV distrito de París, o 4e arrondissement. La plaza en frente de la catedral de Notre Dame es la plaza Juan Pablo II, conocida previamente como Parvis Notre-Dame, hasta que fue rebautizada en 2006. El parque que se encuentra detrás y a un costado de la catedral es la plaza Juan XXIII, en honor al papa que convocó el Concilio Vaticano II.
El inicio de la construcción de la catedral se remonta al año 1163, tres años después de que se demoliera la antigua catedral de París, por orden del obispo Maurice de Sully, quien propuso la idea de levantar una catedral nueva más acorde con la importancia creciente de la ciudad, así como con un estilo más afín a la nueva estética de ese tiempo. Para el año 1182 ya la nueva edificación contaba con el ábside completo, hacia 1208 las bóvedas de la nave estaban adquiriendo su forma definitiva, y en 1225 se lograba terminar la fachada occidental, la principal de este templo católico. Aun así, la edificación continuó recibiendo añadidos hasta cerca de año 1345.
La catedral no fui siempre un lugar de actos y ceremonias tan piadosas, sobre todo con los hechos ocurridos en 1793 durante la Revolución Francesa. En ese año, la iglesia fue tomada para dedicarla al culto a la Razón, y varias de las estatuas fueron dañadas. El lugar llegó incluso a ser usado como un almacén. A pesar de ello, ya para 1804 la catedral había vuelto a manos católicas, cuando se llevó a cabo la ceremonia de coronación de Napoleón Bonaparte a cargo del papa Pío VII.
La fachada occidental, que en realidad está dirigida hacia el noroeste, cuenta con tres puertas: la central es la puerta del Juicio Final, la del lado norte es la de la Virgen y la del sur es la de Santa Ana. En el centro de la fachada se puede observar el hermoso rosetón, uno de los tres con los que cuenta esta catedral. Otro de los elementos que causan mucha curiosidad entre los visitantes es el uso de quimeras o seres mitológicos en el tejado de la edificación, obras añadidas por el arquitecto francés Eugène Viollet-le-Duc en el importante proceso de restauración que recibió la catedral a mediados del siglo XIX.
Se trata, pues, de uno de los destinos más representativos París, de Francia y de Europa en general; una visita al lugar es una experiencia de enorme trascendencia para el turista.