El desierto de Wadi Rum en Jordania, un trozo del planeta Marte
El inhóspito desierto de Wadi Rum al sur de Jordania, a 60 kilómetros de Aqaba, es un enorme valle de rocas y arena de tonos rojizos y café. Los únicos habitantes permanentes, son los dispersos grupos de beduinos nómadas y aldeanos, luego de estos, prácticamente no existe ningún otro tipo de ser viviente ocupando algún espacio de la basta callada.
Hay un silencio de penumbra, y esa sensación de pequeñez y de verdadera soledad, es la que lo hizo la locación perfecta para ser la superficie de marte en la película de ciencia-ficción Planeta Rojo.
Ni plantas, ni animales están a la vista, sólo rocas y arena. No hay tampoco una infraestructura real, pese a que ha sido habitada por muchas civilizaciones desde tiempos prehistóricos. Las únicas construcciones formales son las que se encuentran antes de entrar a la reserva protegida del desierto Wadi Rum: un pequeño centro de visitantes, algunas tiendas, restaurantes donde venden todo tipo de comida local (que puede parecernos un poco extraña) y los cuarteles centrales de la patrulla del desierto.
“Wadi” es un término árabe tradicional para referirse a un valle, y “Rum” viene del arameo y significa “Alto” o “elevado”; “Wadi Rum” literalmente es “Un valle elevado”. Y justamente éso es lo que debes prepararte para ver una vez ingreses a la reserva. Una serie de formaciones rocosas y montañas que crean un terreno sumamente irregular y escarpado.
Explorando el desierto de Wadi Rum
Para moverte por Wadi Rum puedes elegir entre tus propias piernas, camellos, o uno de las principales atracciones, las expediciones por las dunas en Jeep.
Entre todos los sitios que puedes visitar, destacan el monte Um Dami. Es el punto más alto de todo el desierto situado a 1840 metros sobre el nivel. Desde su pico se puede ver claramente el mar rojo. Así mismo también puedes escalar el Jabal Rum, ubicado en la parte central de Wadi Rum, cuya punta está cubierta de nieve.
El Khaz’ali Canyon es una formación natural donde se pueden ver petroglifos en las paredes y los vestigios de las primeras civilizaciones que habitaron el desierto hace miles de años.
Hay sitios donde es permitido acampar y pasar la noche. Un buen plato de comida tradicional preparada en la fogata, una noche bajos uno de los cielos más estrellados que se pueden ver, y todo ambientado por los cantos de los beduinos, puede ser el final perfecto para el día.