Tashirojima, la isla de los gatos
¿Te imaginas una isla llena de gatos que tienen a multitud de personas a su servicio? No sólo en Egipto este pequeño felino ha sido adorado, también en el Tíbet, y en Tashirojima, una isla japonesa, donde los gatos son considerados un bien preciado. Para este pequeño lugar son un símbolo de buena suerte y un reclamo turístico excepcional.
Si tienes gatitos en casa ya no tienes que preocuparte con quién se van a quedar cuando lleguen las vacaciones, en Tashirojima te esperan a tí y a tus gatos con los brazos abiertos. Esta isla está en la prefectura de Miyagi y se suele acceder por barco desde la ciudad de Ishinomaki. La isla está repleta de estos felinos paseando de un lado a otro, maullando y ronroneando a sus anchas, eso sí, el fox terrier mejor dejarlo en casa.
La isla de los gatos
La pequeña isla se Tashirojima apenas tiene un centenar de habitantes, además la mayoría superando los 60 años, mientras que gatos hay cientos de todas las edades, razas y colores. Dicen que esta proliferación comenzó cuando les dio por criar gusanos de seda en la isla. Como los roedores son de sus principales predadores comenzaron a prodigarse en la isla y se volvieron una plaga por lo que los residentes comenzaron a introducir gatos para combatirlos.
Tiempo después, los pescadores alimentaban a los felinos tras sus jornadas de pesca pensando que atraían buena suerte y riqueza. Un día un pescador construyó un santuario dedicado a estos pequeños felinos y con el tiempo se fueron prodigando hasta llegar a la decena en la región. Además, sólo en la isla se pueden encontrar más de 50 monumentos dedicados a los gatos.
Pensaron que para atraer más gente joven podrían promover el turismo felino, que es su mayor riqueza y fuente de inspiración del parque monumental. Pero la isla no ofrece mucho a los humanos, así que aconsejamos viajar a Tokio y dejar al gato hospedado aquí hasta el regreso.
El gato en Egipto
En el antiguo Egipto se veneraba al león, pero con su ferocidad y tamaño no se hacía fácil tenerlo como compañero doméstico. Los gatos habían prodigado por su utilidad, cazaban pequeños roedores protegiendo los silos de trigo, al cazar las ratas evitaban plagas como la peste y al matar también serpientes hacían los hogares más seguros. Una vez que habían sido aceptados por su capacidad protectora, fueron también muy queridos por su gracia y dulzura.
Pero fue después de adoptar el arte egipcio su forma y figura para representar a la divinidad cuando este pequeño felino pasó a ser también adorado. Su docilidad y pequeño tamaño le llevo a ocupar el lugar del león en algunos aspectos de las divinidades como la Diosa Bastet, símbolo de la fecundidad y la belleza que era representada como una gata para plasmar el misterio, la noche y la luna.
El gato en el Tíbet
No sólo la cultura egipcia encontró un valor especial en los gatos, en los libros autobiográficos del Lama Tibetano Martes Lobsang Rampa descubrimos como para los Lamas e iniciados budistas en el Tíbet es común comunicarse telepáticamente con los Siameses Tibetanos, fieros guardianes de los tesoros de los Templos, que tienen un tamaño muy superior al siamés común y son capaces de devorar al más corpulento asaltante.
Ya en su viaje por occidente, el doctor nos cuenta como rescato una gatita siamesa y se hizo transcriptor por telepatía de su trágica historia. Fifi bigotes grises nos cuenta en su libro Mi vida con el Lama su enternecedora historia, que va desde su nacimiento en la mansión de una malvada mujer que tras ahogar a su madre y hermanitos le permitió vivir para hacerle la vida imposible hasta que un Lama la rescató y le otorgó el hogar y el cariño del que había carecido siempre. Además le dio la oportunidad de escribir su vida. Aquí pueden leer esta bella historia.